2×1 a genocidas: Highton de Nolasco, Rosatti y Rosenkrantz a favor

Como ya todos sabemos, recientemente la Suprema Corte de Justicia emitió un fallo mediante el cual las personas acusadas de cometer crímenes de lesa humanidad podían ser favorecidas aplicándose para ellos «la ley más benigna».  El llamado 2×1 a genocidas, podía aplicarse entonces también a reconocidos genocidas: asesinos, torturadores, secuestradores, apropiadores de personas y bienes, permitiéndoles recuperar su libertad.

Tres de los cinco jueces que conforman la Suprema Corte de Justicia, Elena Highton de Nolasco, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, consideraron que los reconocidos represores del pueblo y las libertades argentinas, los exponentes más terribles del terrorismo de estado que supo desaparecer a, por lo menos, 30 mil personas, eran dignos de recibir la ley más benigna para sus casos.

¿Cómo se explica tal decisión?. ¿Cómo puede explicarse que Highton de Nolasco haya actuado, ante pedidos similares, como fue el de Jorge Luis Magnacco, el médico de la ESMA, quien había exigido el beneficio del 2×1 en 2009, de manera completamente opuesta?. ¿Cómo se explica que Carlos Rosenkrantz, quien escribió artículos completos cuestionando el uso de derecho internacional en la justicia nacional, haya declarado, al conocerse el nefasto fallo, que la posición tomada por la Suprema Corte era internacionalmente aceptada?. ¿Cómo puede comprenderse que Horacio Rosatti, quien supo ocupar el cargo de Ministro de Justicia durante el gobierno de Néstor Kirchner, entendiendo el firme repudio  al genocidio del pueblo argentino de aquel gobierno, haya votado a favor?.

Podríamos comenzar recordando, porque la memoria siempre es una buena aliada, que Rosatti y Rosenkrantz consiguieron formar parte de la Suprema Corte gracias al impulso ejercido por Mauricio Macri desde el senado. Como es común, aunque totalmente cuestionable, cada gobierno comienza su mandato «acomodando» ciertas fichas para jugar su juego con mayor tranquilidad, en este caso, nombrando a dos jueces que conformarían semejante institución. Sería por lo menos ingenuo pensar que el presidente eligió a estas dos personas sin estar enterado de su posición respecto a temas claves, sin poder prever su accionar en determinadas situaciones, pero sería aún más ingenuo creer que estos tres jueces cambiaron de parecer ante un tema tan sensible como es el genocidio argentino por un cambio radical en la convicción de sus ideas, sostenidas y defendidas a lo largo de muchos años.

Sea como fuere, Macri nos ha «salvado» de aquel nefasto fallo, de tener que convivir con asesinos y torturadores. El presidente promulgó una ley, recientemente aprobada por diputados, que pasará próximamente al Senado bonaerense, para impedir que dicho fallo, reiteremos, dictado por dos jueces por él elegidos, permita aplicar la indulgencia a los responsables de la dictadura

Los más escépticos  podrían pensar que todo esto se trata de una «lavada de cara» de parte del gobierno que no ha tenido buenas experiencias, hasta el momento, respecto de temas de gran sensibilidad social como son el femicidio, la educación pública, las reformas sociales, etc. Quizás advirtiendo que el pueblo comienza a despertar y a comprender que el neoliberalismo siempre va de la mano de una mentalidad propia de derecha, lección que ya nos fue dada durante el menemato, pero que no acabamos de aprender, lucubró una maniobra política para manifestarse en contra del fallo aprobado por Highton, Rosenkrantz y Rosatti , cubriéndose así de un manto de santidad y heroísmo, demostrando empatía social, de la que no había dado muestras hasta ahora.

Pero todo aquel razonamiento no iría más allá de una especulación incomprobable hasta el momento. No obstante la posibilidad, retorcida y detestable, como suele lamentablemente manejarse la política en nuestro país, existe. Cada lector sabrá tomarla o dejarla. Nuestra intención es que comencemos a cuestionarnos cada vez más, para que dejemos de aceptar todo como dado, de ver nuestra realidad como pueblo, como nación, como democracia inmodificable, fuera de nuestro alcance, de que dejemos de ser puramente espectadores y que seamos verdaderos actores sociales.

Pero después de tanta tensión y malas noticias, no podríamos no destacar la unidad y actuación del pueblo argentino frente a la posibilidad de que se acometiera una injusticia tan grande contra nuestra propia sociedad. El pasado miércoles 10 de mayo, una multitud convocada por diferentes organismos de derechos humanos, se unió para impedir que ese fallo se implementara. Se unió para impedir que nos arrebataran la memoria colectiva, que nos cuenten la historia como les conviene a los poderosos, que se dé rienda suelta a la impunidad, madre de injusticias atroces y de nuevos crímenes, que se permitiera cumplir la mitad de su condena a los genocidas, como si pudieran reaparecer la mitad de los desaparecidos, como si pudiera suprimirse la mitad del dolor, la mitad de la sangre derramada, la mitad de las lágrimas. El pueblo impidió semejante aberración, no fue Macri, no fue la justicia, no fueron los diputados, ni serán los senadores, fuimos nosotros, reaccionando, accionando, marchando.

FOTO LA NACION / Marcelo Gomez

Eduardo Galeano dijo en «La memoria mutilada»“Los que no tienen voz” son los que más voz tienen, pero llevan siglos obligados al silencio, y a veces da la impresión de que se han acostumbrado (…)

Sigamos demostrando que nuestro pueblo no calla, no olvida y no perdona a los genocidas. Porque sin Memoria no hay esperanza, y sin esperanza no hay futuro.

Carol Cortázar.-