Elecciones y decisiones del pueblo argentino

De cara a las próximas elecciones del  22 de octubre, mediante las cuales deberemos votar para elegir diputados y senadores que conformarán el Congreso de nuestra nación, me permito hacer un breve análisis de la situación sobre las Elecciones y decisiones del pueblo argentino.

En primera instancia me cuestiono: ¿qué porcentaje del pueblo argentino se interesa realmente por la conformación del Congreso de nuestra nación?, ¿cuántos de nosotros contamos con la información suficiente para realizar un voto concienzudamente y cuántos votamos por descarte, por simpatías, por opiniones ajenas, por bronca, por odio?.

Históricamente el pueblo argentino se ha manejado muy mal cuando de política se trata. Pareciera ser, observando un poco nuestro pasado, que para nosotros las elecciones tienen un carácter pasional muy fuerte, como si se tratara de un partido de fútbol. Entendiendo la pasión como un sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos,  no debería tener nada que ver con la elección de un gobierno; pero somos personalistas: no votamos una propuesta, un ideal, ni siquiera un partido político, votamos a ciertos candidatos que se ganan nuestra confianza por su carisma, su capacidad oratoria, su aspecto físico, su demagogia, sus falsas promesas. Pareciera que aún no comprendimos que los candidatos, que las personas que nos representan, pueden y, sobre todo, deben ser totalmente reemplazables, y que su partida, no obstante, no debería comprometer en absoluto la continuidad de un proyecto de gobierno.

Fue así que durante las últimas elecciones presidenciales, Mauricio Macri resultó vencedor. Su discurso de «cambio», de «alegría», vacío de contenido, repleto de falsas promesas y globos amarillos, fue visto por casi la mitad de los votantes como una realidad posible, como la alternativa al gobierno kirchnerista, de corte proteccionista, con una fuerte intervención estatal y una estrategia de confrontación permanente que, considero, desgastó en gran medida a quienes no simpatizaban con él.

Ahora bien, casi un año y medio ha transcurrido desde que Cambiemos llegó a la Casa Rosada. Repasemos, brevemente, algunas de las muchas promesas incumplidas, tales como el recorte a las áreas de Ciencia y Tecnología, la devaluación de la moneda, paritarias que no se ajustaron a la inflación dada, provocando una caída de la capacidad adquisitiva de los sueldos, los ajustes percibidos (tarifazo generalizado a los servicios públicos debido a la quita de subsidios), la falacia de la pobreza cero, la continuidad del cobro del impuesto a las ganancias, los despidos generalizados… y, lamentablemente, la lista es bastante más larga.

Repercusiones de la desaparición del Estado y la reaparición política de Cristina

Macri mintió, y miente, cuando prometió un Estado al servicio de la gente y se encargó de llevar a cabo un plan de gobierno donde la retirada y el vaciamiento del mismo es cada vez más notorio. Esta situación ya es evidente para todo el pueblo, incluso para quienes lo votaron, pero está claro que quienes se ven mayormente afectados por este gobierno neoliberal, son los estratos sociales más bajos, aquellos que no pueden participar del juego del mercado, quienes necesitan un estado presente e interventor, que aplique políticas sociales de integración y que gobierne para la unidad de su pueblo.

En este contexto Cristina aprovechó el pasado 25 de mayo, para realizar su reaparición política luego de un largo silencio. La ex presidenta se encargó, en primera instancia, de realizar todas las críticas que pudo al actual gobierno, pero luego mantuvo un discurso de «unidad», queriendo dejar en claro que no pretendía juzgar a quienes fueron (o son) partidarios de Cambiemos, intentando así, revertir un poco su actitud de confrontación permanente, su discurso muchas veces altanero y su conocida actitud de choque que fue , en gran parte, la culpable de dividir las aguas tan profundamente en las últimas elecciones presidenciales.

¿Qué importancia tuvo la misma?

Pues, en primera instancia fogonear a la oposición, sobre todo a la juventud kirchnerista que la sigue y está convencida de su retorno, menoscabar la figura de Macri, pero, por otro lado, recordarnos que, aunque le moleste a la clase media que forma parte de nuestro pueblo, y a la que parece sólo importarle sus intereses particulares, Argentina, por sus características sociales, políticas y económicas, necesita de un Estado presente, que intervenga, que regule, que ampare, que accione y que busque el bienestar de la sociedad en general y los derechos de sus ciudadanos mediante la implementación de políticas sociales estudiadas y específicas según la necesidades de los argentinos. No debe confundirse jamás la figura del Estado con la del gobierno, pero deben elegirse gobiernos que aboguen por la consolidación del mismo.

No hay que perder de vista que nuestro país es aún una nación joven y que nos queda un gran recorrido hasta alcanzar la madurez política y la evolución social. En el camino cometeremos muchos errores que nos darán la posibilidad de aprender como nación. Depende de nosotros, como votantes, que la Argentina en un futuro, esperemos no tan lejano, esté bajo el mandato de dirigentes que gobiernen por y para el pueblo. Para llegar a allí es vital que no olvidemos jamás que en primera y última instancia el poder está en nosotros, en el pueblo mismo. El día que consigamos tomar real dimensión de esto va a ser el día en que las inequidades y las injusticias serán vistas con ojos extraños y no como el pan de cada día.

Carol Cortázar.-

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