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Adrogué: policías cobraron 60.000 pesos a un comerciante a cambio de no armarle una causa y fueron descubiertos

Después de abrazarlo, su esposo le contó las malas noticias: Domínguez le exigía un pago en efectivo de $60.000 para dejarlo en libertad. Si no lo hacía, el sábado sería encerrado en otra repartición y allí, Domínguez y el ayudante Conde, no podrían asegurar su seguridad porque los "delincuentes más peligrosos" suelen golpear a los nuevos presos.

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Dos policías de la Comisaría 1° de Adrogué, identificados como el teniente primero Gustavo Alejandro Domínguez y el ayudante Jonatan Emmanuel Conde, crearon una “asociación delictiva” para «extorsionar» a un comerciante de la zona al que le exigieron un pago de 60.000 pesos a cambio de no levantar cargos en su contra, ni trasladarlo «a otra comisaría en la que lo pondrían junto a delincuentes peligrosos». La información está detallada en el expediente a cargo del fiscal Pablo Rossi.

Según la denuncia de la víctima, todo comenzó el viernes pasado cuando, junto a varios de sus empleados, realizaron una protesta frente al Municipio local por una supuesta deuda por parte del Ejecutivo. En medio de la manifestación, el dueño de la pyme y sus empleados fueron detenidos por personal del Comando de Patrullas y trasladados a la Comisaría de Adrogué.

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La mujer del empresario se acercó a la dependencia policial y fue recibida por un uniformado que se presentó como el «comisario», le aseguró que todos los empleados serían liberados, que le devolverían las camionetas de la empresa con las cuales cortaban las calles, pero su pareja seguiría «demorado en la dependencia» acusado por el delito de «amenazas».

La mujer y el hombre protestaron. Aseguraron que no amenazaron a nadie. Que sólo querían cobrar lo adeudado porque estaban a punto de fundirse.

El supuesto comisario intentó calmar a la mujer. Dijo que una fiscalía ya estaba interviniendo y que su esposo sería liberado en cuanto declarara.

Lo cierto es que las horas pasaban y el hombre seguía detenido. En un momento de la noche, la mujer del comerciante recibió un llamado telefónico. Un policía, que no se identificó, le pidió que llevara «comida y ropa a su esposo». Al llegar junto a su hijo fue recibida por una «mujer vestida con guardapolvo celeste” que le solicitó que espere.

A los pocos minutos, «un efectivo vestido de civil, y que se presentó como el teniente Domínguez», recibió «el bolso con los alimentos, la muda de ropa y los elementos de higiene para su esposo». El oficial salió. Cerró la puerta detrás suyo, y al rato volvió a ingresar. Pidió que el menor se quedara en la sala y trasladó a la mujer hasta la oficina donde su pareja continuaba retenido.

Después de abrazarlo, su esposo le contó las malas noticias: Domínguez le exigía un pago en efectivo de $60.000 para dejarlo en libertad. Si no lo hacía, el sábado sería encerrado en otra repartición y allí, Domínguez y el ayudante Conde, no podrían asegurar su seguridad porque los «delincuentes más peligrosos» suelen golpear a los nuevos presos.

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Eran casi las once de la noche cuando la mujer se retiró de la comisaría. Antes de salir, Domínguez le dijo que volviera al otro día con el botín «envuelto en una manta adentro de una bolsa para que la plata no se vea». El dinero debía ser entregado al propio teniente en la comisaría.

Antes de las dos de la madrugada del sábado 25 la mujer consiguió el dinero. Lo envolvió en la alfombra de flecos dorados, y metió todo en la bolsa amarilla. Se subió a la camioneta pero, en vez de ir a la comisaría a ver a Domínguez, le hizo caso a un conocido: llamó al 911, pidió hablar con Asuntos Internos y contó su historia. A las 3:25 un auditor tomó su testimonio. Poco después, Guillermo Berra, el Auditor General, se contactó con Pablo Rossi, el titular de la UFI 8, la encargada de investigar «violencia institucional».

Después de evaluar los dichos de la mujer -de quien se preserva el nombre, al igual que el de su marido-, tomó el caso de inmediato. Dada la hora, el fiscal pidió que la pareja de la víctima llamara a Domínguez y pidiera más tiempo para entregar el soborno. Con las horas ganadas, fiscal e instructores marcaron los billetes y organizaron la «entrega controlada».

Domínguez no sospechó nada. Recibió el dinero, liberó al comerciante a la que no le levantó cargos ni dio aviso a la fiscalía por las supuestas «amenazas» y, antes de marcharse con los billetes envueltos en la alfombra, fue esposado. Lo mismo ocurrió con el oficial ayudante Conde. Ambos están a disposición del fiscal Rossi y ya fueron separados de sus cargos.

Fuente: Infobae

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