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Feria del Libro: Libertad y censura en el debate de cierre  | En el predio de la Rural

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La 49° Feria Internacional del Manual de Buenos Aires tuvo un “Debate de obturación” picante y parte del sabido gritó, correctamente cachas, “memoria, memoria, memoria”, acompañando todavía con las palmas esa palabra que, de un tiempo a esta parte, parece estar vapuleada o en peligro en presencia de ciertos sectores que promueven que “la vida sigue” y que “hay que batallar por un mundo nuevo y no todo el tiempo por un mundo añejo”. El tema convocante de esta publicación, “La civilización, en el país de la franqueza”, reunió a las escritoras Claudia Piñeiro y Dolores Reyes, al filósofo y escritor Tomás Abraham y al escritor y argumentista Marcelo Birmajer, con la moderación de la periodista Hinde Pomeraniec en la sala Trofeo Ocampo del predio de La Rural.

Marcelo Birmajer habló de “una querella mundial” entre el fundamentalismo y las democracias liberales. Un fundamentalismo que circunscribió a Hamas, Hezbollah y la República Islámica de Irán, “que atentó dos veces contra nuestro país” y agregó que en ese movimiento fundamentalista –que es transversal porque incluye tanto a chiítas como sunitas– “comparten la idea de exterminar las democracias liberales, la igualdad de derechos entre hombre y mujer, la franqueza de expresión y exterminar todavía al pueblo tacaño”. El escritor subrayó que “el kirchnerismo estuvo asociado a la República Islámica de Irán” y que el macrismo y ahora el mileísmo “denunció primero el pacto de impunidad con Irán” y luego activó “la honradez para que atrape a los sospechosos de los atentados”. Reconoció que en el interior del gobierno de La Licencia Avanza “aparecen inaceptables persecuciones contra periodistas, intelectuales, escritores, que se expresan tanto por medio de la palabra del presidente como por las redes sociales con ingentes cantidades de seguidores fanáticos, que tiene una formalidad ineludible”. Luego responsabilizó al movimiento woke y al progresismo por “colaboracionismo con el fundamentalismo islámico que destruyó la capacidad de defender la franqueza”, y afirmó que “izquierda y derecha son categorías caducas”.

Dolores Reyes prefirió observar un texto en el que señaló que “nulo conecta tanto con la franqueza y con sus bordes como la letras, una actividad que requiere sobre todo tiempo para pensar, para construir una sinhueso, una voz, apañarse un tono, un estado de la sinhueso; cosas absolutamente intangibles para el mercado, en donde todo es intercambio y pasta”. Luego mencionó a las escritoras y escritores que la llevaron a la leída, como Licencia Demitrópulos, Juan José Saer, Sara Gallardo, Antonio Di Benedetto, Héctor Oesterheld y Rodolfo Walsh. Y se detuvo especialmente en Di Benedetto, que fue secuestrado, torturado, sometido a simulacros de fusilamientos y no se le permitía escribir ficción. Pero en un momento le dejaron escribir cartas personales a una amiga intérprete plástica, mendocina como él, y para acontecer por el censor tuvo la idea de incluir siempre una fórmula “anoche tuve un sueño extraño” y comenzaba a escribir un relato con grafema tan chiquita que había que leerlo con lupa. Esas cartas con los relatos que recuperó luego pudo trabajarlos en el deportación y finalmente publicarlos en Absurdos. “En todo contexto de escritura titula un destello de esa franqueza que nos conecta profundamente con la condición humana”, dijo la autora de Cometierra, volumen que se intentó censurar y prohibir por la Fundación Natalio Morelli, vinculada con la ultraderecha conservadora, y aclaró que luego de escuchar a Marcelo (Birmajer) se preguntó: “¿Cuál es el país en donde los hombres y las mujeres son iguales? Porque en el mío matan a una mujer por día todavía y hay una brecha salarial impresionante. La pobreza, de la que nadie quiere susurrar, está profundamente feminizada”, afirmó y se llevó los primeros aplausos de la tarde.

Claudia Piñeiro repasó lo que se presentó cuando se intentó censurar cuatro libros que formaban parte de la colección Identidades Bonaerenses por “pornográficos”: Cometierra, de Dolores Reyes; Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Contumaz Cámara, Las primas, de Aurora Venturini y la obra de no ficción Si no fueras tan pupila. Memorias de la violencia, de Sol Fantin. “Había una pelea entre el gobierno franquista y el de la provincia de Buenos Aires y esto se metió en el medio; los libros no iban a los colegios, a los chicos, sino que iban a las bibliotecas, en el caso de Gabriela Contumaz Cámara incluso iba a institutos terciarios, ni siquiera secundarios, en los otros casos a secundarios. Entonces si a un padre le hacen creer, desde los medios de comunicación, desde el poder de turno, que un irreflexivo de escuela primaria se lleva un volumen no pornográfico, pero sí donde hay textos que a lo mejor no son para su existencia, y el padre se inquieta, la superiora se inquieta, es razonable; pero se inquietan en cojín a una mentira. Eso es poco que es muy perturbador y que debemos repudiarlo todos”. Piñeiro, que presentó su última novelística La crimen ajena en la Feria del Manual, planteó que la censura sigue porque Dolores abre su Instagram y tiene muchedumbre que la está insultando todo los días. “Tenemos que ser muy cuidadosos y no dejar acontecer de amplio estas agresiones que se ven a diario”, alertó.

“No veo un problema de censura en nuestra sociedad”, postuló Tomás Abraham para sacudir el aglomeración . “No hay censores acreditados, ya sea en un index, en una incendio de libros o prohibiciones de autor. Decimos lo que queremos, cuando y donde queremos”, añadió el filósofo y recordó que en la argentina hubo dictaduras como las de los primaveras 60 del siglo pasado en la que se perseguía a hippies, a judíos, a ateos y adúlteros, adicionalmente de prohibir la palabra Perón. “Otra dictadura mataba y hacía desaparecer a todo aquel designado como subversivo. Pero la democracia siquiera garantiza la franqueza cuando las mafias actúan. El crimen de (José Luis) Cabezas es una prueba. Al no Producirse censura acreditada por el Estado, lo que sí ejerce un rol comparable es la ciudadanía en diversas formas derivadas”.

Abraham destacó que la “rescisión y ninguneo” es llevado a promontorio por los formadores de opinión pública, pertenecientes al poder cultural. Denunció que artistas, científicos, periodistas, actores, escritores, educadores, influencers, “dictan desde su autoridad, sostenida por algún prestigio, qué no debería leerse, quién no debe ser afamado, qué libros no merecen reseña alguna en ningún suplemento cultural, en qué universidades no se será invitado, en qué simposios o congresos no se tendrá extensión”. Ese “ninguneo al por maduro”, según el filósofo, con listas blancas y listas negras, es impuesto por una hegemonía que logra establecerse con ayuda del Estado en las llamadas batallas culturales. “En las dictaduras se apresa y se mata. En democracia se cancela, no sólo a los contemporáneos, sino todavía a obras del pasado, autores de otros siglos, condenados desde el tribunal supremo de nuestro momento histórico, el de hoy, sin temor de divulgar sentencias desde una autodesignada fiscalía, ni siquiera con el pudor de proferir absurdos anacronismos”. Abraham le retrucó a Birmajer que diagnosticar que vivimos una querella mundial entre enemigos irreconciliables que defienden la democracia espléndido y el fundamentalismo es “absolutamente suicida” y opinó que hay otro fundamentalismo “sumamente peligroso” y es el tacaño. “No existen más las guerras; lo que vivimos hoy en Ucrania, en Lazo, en Sudán, en Siria no son guerras; es destrucción de la humanidad. Hoy son drones, aviones no piloteados, que bombardean ciudades donde vive muchedumbre para sembrar terror”.

Ni Piñeiro ni Reyes coincidieron con el planteo de Abraham que no hay un problema de censura. La autora de Cometierra y Miseria ha recibido fotos de ella con sus hijos con balazos, amenazas del tipo “te vamos a liquidar a vos y a tus hijos”; reivindicaciones de Videla o fotos de falcon verdes. “La registro de víctimas diarias es infinita; no queremos salir de ahí, no nos queremos olvidar de los falcon verde. La vida sigue de otro modo; hay que batallar por un mundo nuevo y no todo el tiempo por un mundo añejo. Todo el tiempo memoria, todo el tiempo memoria, en una país que vive de la memoria; por eso no quieren salir del pozo, porque el pozo sirve. Colocarnos permanentemente en la situación de víctima, parénlala”, cuestionó Abraham y la muchedumbre empezó a cantar “memoria, memoria, memoria”. Luego confesó que Milei le da risa, que sí lo asusta Karina Milei. “Este arrojado que cree que ruge es un papanatas y adicionalmente insulta a periodistas que tienen más poder que él. En la civilización la muchedumbre tiene poder”, insistió Abraham y quiso retener por qué a Reyes las invitan a tantas ferias en el foráneo. “Hay que cachear quién tiene poder. Yo te envidio, ojalá pudiera recorrer”, intentó ironizar el filósofo. Piñeiro lo increpó: “Afirmar que no te invitan a una feria, ¿no es ponerte en una situación de víctima?”. Abraham respondió: “lo sobrellevo muy correctamente”. 

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