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Se suicidó el cura Eduardo Lorenzo, acusado de abusos sexuales a menores

Estaba ordenado su detención. El suicidio fue en la sede de Cáritas de La Plata

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Se suicidó el cura Eduardo Lorenzo, acusado de abusos sexuales a menores


Apenas unas horas después de enterarse que la jueza Marcela Garmendia había ordenado su detención, después de saber que la decisión de la magistrada fue tomada una vez que ella leyó su perfil psicológico, hecho por peritos oficiales, el cura Eduardo Lorenzo fue hallado sin vida en la sede de Cáritas de La Plata. Estaba acusado de abuso sexual con acceso carnal agravado contra al menos cinco víctimas, todas varones, todas menores de edad, por hechos ocurridos al menos en los últimos tres años.

Lorenzo estaba a punto de cumplir 60 años, nació el 21 de enero de 1959. Fue descubierto por gente de Cáritas, que denunció el hecho al 911. La Policía platense arribó al lugar a las 22 y pidió auxilio al SAME. El sacerdote estaba acostado en el suelo de su habitación, con un arma a su lado.

El pedido de detención era una medida que esperaban hace meses las víctimas y sus familiares, y que había reclamado la fiscal Ana Medina en octubre pasado, pero Garmendia la hizo efectiva recién ahora, este lunes, pues había estado esperando incorporar al expediente las pericias psicológicas hechas a Lorenzo y al primero de los denunciantes.

Sin embargo, Lorenzo, acusado del delito “abuso sexual con acceso carnal agravado”, no iba a ir preso todavía. Es que, paralelamente, Alfredo Gascón, abogado defensor del cura, que fue capellán en el Servicio Penitenciario Bonaerense, había presentado un pedido de eximición de prisión a Garmendia, quien en el mismo fallo en el que ordenó detener al sospechoso rechazó este requerimiento.

La detención se activó, al menos en la formalidad, dos semanas después de que declarase ante la fiscal Medina la quinta víctima de Lorenzo, un hombre de 44 años, empresario gastronómico, que aseguró que fue abusado por el sacerdote a principios de la década del ’90, cuando él tenía apenas 16.

Por si con los testimonios de sus víctimas no fueran suficiente, en los últimos días finalmente se incorporó al expediente la pericia psicológica oficial hecha a Lorenzo, donde se lo describe de manera contundente. De acuerdo con el informe elevado por Ayelén Rodríguez y Verónica Silva Acevedo a Garmendia, el cura tenía una “estructura psicopática perversa de la personalidad, con características de manipulación, elevado autocentramiento y egocentrismo, con escasa autocrítica y autoobservación impregnada de rasgos narcisísticos”.

Ante las peritos, Lorenzo se mostró por momentos ansioso pero dotado de un vocabulario rico y gestos ampulosos. Contó que su mamá murió cuando él tenía siete años y que su papá luego conformó otra pareja que se suicidió pocos años más tarde. También relató que jugaba al tenis y al rugby, que fue a un colegio católico y que empezó a tener interés por la vida religiosa a los 15 años. Un año más tarde tuvo su única novia, Marilú, que le hizo pensar en su vida espiritual. Pero a los 20 ingresó en el seminario San José.

Ante Rodríguez y Acevedo, Lorenzo dijo que por momentos le costó la vida del celibato, que temió por la posibilidad de perder “halagar y ser halagado” y que “sublimó” su vida sexual, pero que a los 26 creyó haberse enamorado de una mujer.

Sobre la situación actual dijo que sintió que perdió “todo” y que se hizo cura “para dar una mano”. Fue contundente con la afectación de su ego tras las denuncias: “No quería que me vieran derrumbar”, les dijo a las psicólogas.

Para las peritos, “su organización psíquica resulta compleja, erigida sobre una fachada fenomenológica de presentación obsesiva y una imagen de sí grandilocuente, que encubre una estructura psicopática perversa de la personalidad.” Por lo que Lorenzo era un “narcisista, con afectividad poco empática” que tiene “ausencia de sentimientos de angustia o culpa”.

La primera denuncia contra Lorenzo fue en 2008, cuando Diego Pérez (27) acusó a Lorenzo por los abusos. Pero la causa fue archivada por la propia fiscal Medina, dado que el relato del denunciante, que en ese momento era menor y estaba patrocinado por sus padrinos, no contenía elementos suficientes, a su criterio, para continuar el caso.

Este año, sin embargo, el abogado Juan Pablo Gallego, que representó a las víctimas del expediente Grassi, volvió a la carga y logró reabrir el caso. Julio César y Adriana Frutos, padrinos de Pérez, un chico criado en la calle, lo contactaron para profundizar en la denuncia. Diego ya estaba más grande y quería ir a fondo con la denuncia. Su caso lo contó Infobae en abril de 2019 y la víctima se hizo llamar “León”. Ya no quiere esconder su identidad y por eso acepta que se divulgue su nombre. Días atrás, este medio publicó fragmentos textuales de la nueva declaración de Pérez.

La nueva denuncia de Pérez, diez años después del primer intento, abrió una puerta para otras víctimas, que agregaron sus relatos contra Lorenzo en la Justicia.

El 14 de julio de este año Julián Bartoli (36) agregó su testimonio, como víctima, contra el sacerdote, por hechos ocurridos entre 1999 y 2001, y además denunció que sufrió ciertos aprietes telefónicos por parte del sacerdote, que quería saber qué iba a declarar ante Medina.

Lorenzo se defendió de las acusaciones de Bartoli a través de una entrevista concedida al día siguiente al diario platense El Día. “Todo lo que cuenta es una gran mentira. Yo jamás abusaría de un chico, me parece algo asqueroso”, dijo.

Para Juan Pablo Gallego, la postergación de la detención de Lorenzo era un peligro para la causa. Temía que el sacerdote se fugara a otro país.

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