El escandaloso clásico entre Brasil y Argentina por las Eliminatorias Sudamericanas llegó a las altas esferas de la política de ambos países. Jair Bolsonaro intervino personalmente en medio de la confusión e intentó, sin éxito, que se reanudar el partido.
En tanto, el embajador Daniel Scioli acompañó al plantel argentino e intervino ante el intento local de labrarles actas a los futbolistas.
Habían transcurrido apenas cinco minutos de juego en el estadio de San Pablo. Después de rumores y versiones, funcionarios de un organismo sanitario brasileño se metieron en la cancha para notificar que cuatro jugadores albicelestes que se desempeñan en la Premier League no podían tomar parte del encuentro.
La explicación de Anvisa -la entidad de salud local- era que Emiliano Martínez, Cristian Romero, Gio Lo Celso y Emiliano Buendía debían cumplir una cuarentena tras su ingreso a Brasil, una medida que afecta a quienes llegan desde el Reino Unido.
El plantel argentino –que antes del encuentro había sido respaldado por Conmebol– se retiró a los vestuarios, en una imagen que recorrió el mundo y que quedará en el recuerdo. Una imagen que, además, siguió de cerca Jair Bolsonaro.
Atónito por lo que veía, el presidente de Brasil se comunicó personalmente con la Confederación Brasileña de Fútbol. Según informaron fuentes diplomáticas a Clarín, buscaba garantizar que los jugadores argentinos no tendrían problemas. Así, intentó que la acción se reanudara sobre el césped.
Sin embargo, su llamado llegó cuando los jugadores argentinos ya estaban en los camarines, con el partido suspendido, y la comunicación no resultó exitosa.
Quien se mostró lejos del tono conciliador del mandatario fue su propio hijo. Flavio Bolsonaro, senador por Río de Janeiro, disparó con munición gruesa contra la Selección Argentina.
«Los argentinos jugaron malas pasadas. Sabían que estaban infringiendo la ley brasileña, impidieron que Anvisa se fijara en ellos y, a la fuerza, incluyeron a los 4 [jugadores] de Inglaterra», sostuvo Flavio Bolsonaro.
Además, reclamó sanciones duras contra el seleccionado que dirige Lionel Scaloni.
«La Policía Federal tiene que investigar quién no tomó medidas antes del partido y la Argentina debería ser severamente castigada«, concluyó el hijo del presidente, lejos del intento de su padre de evitar el papelón.
Minutos más tarde, volvió a mostrarse ácido sobre la rivalidad Brasil-Argentina. «¡Pelé es más grande que Maradona!
¡Brasil cinco veces campeón del mundo!», le respondió a un hincha argentino en la red social.
La intervención de Scioli
No solo el gobierno brasileño intervino en el escándalo. También lo hizo la administración argentina, a través del embajador en Brasil, Daniel Scioli, que en la previa se había retratado en la tribuna, con el campo de juego de fondo.
El ex gobernador bonaerense, que se había mostrado en sus redes presente en el estadio bajó a los vestuarios cuando se enteró de que les estaban labrando actas a los jugadores del seleccionado nacional. Desde la Casa Rosada analizan cómo continúa la situación en el estadio paulista Neo Química Arena.
Scioli también acompaña a la delegación rumbo al aeropuerto, para asegurarse de que no haya nuevos problemas en la salida de los jugadores, ante los rumores de deportaciones o acciones contra ellos.
No fue la única personalidad del Gobierno argentino que se manifestó en los momentos de mayor tensión. También lo hizo Florencia Carignano, directora nacional de Migraciones.
«Todas las personas que ingresan a un país, también los jugadores de fútbol, al presentar su pasaporte a las autoridades migratorias, estas tienen las herramientas para trazar su procedencia», dijo la funcionaria en su cuenta de Twitter.
En esa red social, responsabilizó a las autoridades brasileñas y sembró dudas sobre una supuesta «puesta en escena» orquestada por los funcionarios locales.