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Femicidio, un crimen de odio

¿De qué hablamos cuando hablamos de femicidios?, ¿todos los homicidios de mujeres son femicidios?, ¿a qué patrones corresponde este tipo de crímenes?. En la columna de hoy intentaremos dilucidar ciertos mitos y dudas que se han generado en torno a este concepto.

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Lamentablemente, el término femicidio es una palabra muy sonada en nuestra sociedad. Según datos estadísticos de la ONG «La Casa del Encuentro», una mujer muere en nuestro país cada 30 horas, víctima del femicidio. Para comprender las profundas causas sociales que generan este tipo de crímenes, es menester analizar a qué nos referimos cuando hablamos de FEMICIDIO.

¿Qué es el femicidio?

El concepto de FEMICIDIO hace referencia, teniendo en cuenta la definición de Monstserrat Sagot Rodriguez, explícitamente al asesinato misógino de mujeres por parte de hombres de su contexto familiar, por parejas o ex parejas o bien, por atacantes sexuales. Expresa enfáticamente las relaciones de desigualdad que se dan entre hombres y mujeres, el sometimiento histórico del género femenino que se encuentra subyugado al masculino, la utilización de los cuerpos de las mujeres como trofeos que denotan la implicancia que tienen respecto al honor de los hombres que se creen dueños de ellos. El cuerpo de las mujeres es cosificado, tomado por parte de los hombres como objetos de reivindicación.

En sociedades que practican el Islam, por ejemplo, el tema del honor y los cuerpos de las mujeres es muy enfático. Quienes practican dicha religión consideran que, por ejemplo, el hecho de que una mujer trabaje es motivo suficiente para que deshonre públicamente a los hombres de su familia, que son quienes deberían mantenerlos de acuerdo a su estructura. Pero no debemos irnos al otro lado del mundo para comprender esa relación que se ha establecido entre el honor de los hombres y los cuerpos de las mujeres. En muchas familias occidentales, católicas, el hecho de que una mujer sufra una violación «perjudica» a toda su familia, ya que lo comprenden como un acto de deshonra. Hasta no hace muchos años, lo más común era que la propia familia de la víctima quisiera esconder el suceso, para no verse afectados por el mismo, expuestos al qué dirán.

El femicidio posee un carácter profundamente político ya que revela, hace evidente, las relaciones estructurales de poder, dominación y privilegio que existen en mujeres y hombres. Los cuerpos de las mujeres asesinadas son una expresión concreta, tangible, del sistema de desigualdad constante en el que vivimos.

Los femicidios son perpetrados por hombres que se creen superiores a las mujeres, en la mayoría de los casos por hombres cercanos movidos por un sentido de control y dominio sobre ellas, pero estos crímenes revelan no sólo las características de una relación personal que se da entre víctima y victimario, sino también aquella que existe socialmente entre los géneros. Las mujeres son víctimas de una violencia biológica, es decir sobre su cuerpo individual, pero también víctimas de una violencia social histórica y universal, son asesinadas por razones asociadas a su condición de género.

Con lo expuesto hasta aquí, esperamos dejar claro lo siguiente: no todos los homicidios de mujeres son femicidios. Si una mujer, por ejemplo, resulta asesinada en medio de una balacera entre ladrones y policías, por el simple hecho de haberse encontrado en el peor lugar en el momento menos indicado, no se trata de un femicidio, es un homicidio más que no se dio como resultado de las relaciones desiguales entre los géneros. Al fin de cuentas los femicidios, como los crímenes antisemitas o raciales, son crímenes de odio, en los cuales los homicidas se siente superiores a sus víctimas, negándoles a éstas incluso la condición de ser humano, ya que no las consideran pares, por lo cual los convierten en objetos dueños de su voluntad.

Algunos, escalofriantes, datos estadísticos

Para hacernos una idea general de la gravedad que representa este tipo de crimen que, repito, es histórico y universal, enunciaremos algunos breves pero claro datos estadísticos:

  1. El 70% de los homicidios ejercidos contra las mujeres se dan en el contexto de violencia doméstica, perpetrados por sus parejas, algún integrante de su familia o como resultado de una agresión sexual desempeñada por un agresor conocido o desconocido por la víctima.
  2. En el caso de los homicidios ejercidos contra hombres, sólo el 6% son el resultado de las situaciones antes mencionadas.
  3. El 95% de quienes cometen homicidios, mundialmente hablando y comprendiendo todas las etapas de la humanidad, son hombres. Es decir que solo el 5% de los homicidios mundiales son cometidos por mujeres.
  4. Más del 90% de los femicidios nunca se resuelve, es decir que el 90% de los femicidas no cumple una condena por el crimen cometido

Cobertura de los medios

Resulta interesante e indignante a la vez, advertir como los medios de comunicación tratan los femicidios. Hay sobrados casos que permiten demostrar como siempre se busca revictimizar a la víctima, es decir, cuestionar el accionar de quien resulta agredida más no de quién agrede.

Se cuestiona la ropa que utilizaba la mujer violada, que podría haber «provocado» a su violador, la zona en la que se encontraba, que no era «adecuada» para una mujer sola, el horario en qué se permitió salir sola a la calle, si se encontraba en estado de embriaguez, si no avisó a nadie a dónde iría, etc etc. Es decir, no bastó con que la mujer fuese violada o asesinada, fue necesario que se establecieran conjeturas respecto de su accionar para justificar el crimen cometido en su contra. Suena bastante retorcido, no?

La cobertura de los medios de comunicación siempre deja bastante que desear en cuanto a cuestiones de género. Si, por ejemplo, se trata de una niña, una menor de edad, que resulta violada o asesinada, se cuestiona dónde estaba su madre a la hora del crimen, por qué la dejó salir sola, por qué no evitó que la agredieran. Estas acusaciones son un reflejo de la sociedad en que vivimos, claro está, pero los medios tienen otra implicancia en el asunto, son los principales responsables de sostener y reivindicar el sistema heteropatriarcal. Las palabras que enuncian nunca son inocentes o dichas al azar, sino que responden a un discurso planificado que pocas veces, por no decir nunca, se pone del lado de la víctima.

Educación y justicia machista

Lo más notorio es que poco se dice sobre los victimarios, y más aun, poco se les habla directamente a los posibles victimarios. A las mujeres se nos enseña desde chicas a no «provocar», a no andar solas de noche, a tomar mil precauciones. A los hombres, ¿se les enseña a no agredir?, ¿se les enseña que no es no y no, quizás?, ¿se les enseña que las mujeres no somos juguetes de su voluntad?. Evidentemente no, es por eso que la taza de femicidios en 2016 en nuestro país creció en un 8% respecto años anteriores y las cifras de 2017 tampoco fueron nada alentadoras.

Lo peor es que la justicia es patriarcal, por lo cual las condenas por femicidios y violencia de género nunca son justas.

Seguramente todos recordemos el caso de Micaela García, quien fue violada y asesinada por Sebastián Wegner contando con el encubrimiento de otros hombres. El agresor para el momento del crimen debería haber estado preso, cumpliendo su suave condena de 9 años por dos violaciones. Por empezar, ¿cómo puede ser que un crimen que responde a una estructura psicológica perversa, que no tiene capacidad de ser revertida, puede castigarse con una condena tan baja?. Es obvio, por lo menos para la gran mayoría de las mujeres, que quien viola una vez lo volverá a hacer apenas se le presente la oportunidad. Por otro lado, ¿cómo fue posible que por «buena conducta» lo excarcelaran tanto tiempo antes de cumplir su condena? Somos conscientes de que el juez lo liberó de acuerdo a la ley y que luego del nefasto femicidio se promulgó la ley 27.375 que limita las excarcelaciones y las salidas transitorias para condenados por delitos graves, pero tuvo que morir Micaela para que eso sucediera. ¿Cuántos otros femicidios y violaciones podrían haberse evitado si la justicia no fuese lenta y patriarcal?

Lo que no debemos olvidar de este caso es que el femicida fue entregado por su propia madre, para que nunca más haya ni una menos, según sus propias palabras. La sororidad nos permitirá ir construyendo una red solidaria, para que las mujeres podamos cuidarnos entre nosotras, ya que el estado no lo hace.

Comparaciones nefastas: femicidios vs homicidios de varones por parte de mujeres

Se está volviendo una tendencia el hecho de comparar los extrañísimos y aislados casos de homicidios de hombres perpetrados por mujeres con los femicidios. Claramente cualquier homicidio es repudiable y todas las vidas tienen el mismo valor. No obstante es nefasto comparar ambas situaciones. Los asesinatos, violaciones y la violencia machista que se cobra miles de víctimas al año en todo el mundo son una constante histórica y universal, como lo hemos dicho en repetidas oportunidades.

Los femicidios responden a las desigualdades de género sobre las que se han asentado las bases de nuestra sociedad. Los asesinatos de hombres son casos aislados y resultado, en su mayoría, de relaciones violentas en que las mujeres decidieron poner un punto final a tanto abuso. Desde ya que no alentamos a que las mujeres decidan resolver sus conflictos maritales de esta manera, pero advertimos que cuando una mujer decide una cosa así es mucho más enjuiciada socialmente que cuando un hombre lo hace. Como siempre, nos encontramos en una situación de desventaja. Como siempre, una mujer que toma una decisión determinante recibe un repudio social de tal magnitud que si se aplicara de igual manera contra los asesinos hombres, el índice de femicidios bajaría ostensiblemente.

Debemos estar alertas todas las mujeres y todos aquellos hombres que nos reconocen como sus iguales y dejar de comprar pescado podrido, de consumir noticias baratas que refuerzan las estructuras de género y ante todo, como siempre decimos, cuestionar hasta el cansancio lo que nos han enseñado desde pequeños, sólo así nuestra sociedad podrá advertir un cambio beneficioso para toda su población, ejerciendo el feminismo hasta las últimas consecuencias.

Carol Cortázar.-

 

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