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Tirar la piedra y esconder la mano

La OTAN respalda y protege a la derecha neonazi para impedir la proliferación del multipolarismo.

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Por Jorge Elbaum

Quienes se acostumbran a la omnipotencia suelen tener dificultades para ser desafiados. Esto es lo que sucede en la actualidad con la intervención militar especial rusa en Ucrania.

Un siglo atrás, las potencias coloniales europeas en connivencia con los Estados Unidos avalaron y financiaron a los grupos fascistas, falangistas y nazis que irrumpieron con fuerza genocida en el denominado “viejo continente”, con el objeto de limitar a las fuerzas socialistas y comunistas.

Francisco Franco asesinó un millón de españoles y a una cantidad indeterminada de brigadistas internacionalistas que se plegaron a las fuerzas republicanas. Mussolini incursionó en África y mató decenas de miles de abisinios. La Alemania nazi, sin embargo, fue la gran responsable de la muerte de 60 millones de personas, la mitad de ellos soviéticos.

En las últimas semanas, mientras la “prensa occidental” se rasga las vestiduras promoviendo la rusofobia más descarada, sus operadores mediáticos se ocupan de invisibilizar a los ucro-nazis que desarrollaron la limpieza étnica en el Donbas, masacrando a 15 mil ruso hablantes.

Los encargados de construir un mensaje único para el supuesto “occidente” se esmeran además por levantar las banderas de un país que en los últimos ocho achos nominó como héroes a integrantes de las SS hitleristas.

Cuatro décadas atrás, los Estados Unidos financiaron a los fundamentalistas afganos que se enfrentaban a la URSS. Veinte años después de esos flirteos, algunos de sus integrantes planificaron y ejecutaron el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York.

Los nacionalistas ucranianos son los descendientes ideológicos de quienes se aliaron a los nazis en la Segunda Guerra mundial. Buscan revancha frente a los rusos que doblegaron a la maquina genocida hitlerista.

En aquel momento, 1945, los colaboracionistas ucro-nazis fueron derrotados por el Ejército Rojo. En Berlín el 9 de Mayo de ese año se escucharon cantos mientras ingresaban las tropas soviéticas: Za Pobedu, (por la victoria) gritaban sus soldados. Hoy las tropas llevan como estandartes esa misma Z de entonces.

Después de entrenar a los batallones nazis ucranianos durante ocho años y alentar el genocidio de los ruso-hablantes, los Estados Unidos vuelven a advertir la potencia milenaria del Alma Rusa. Y traen la Z blanca en sus gritos.

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